Memorias al otro lado de la valla
- Conecting Ceuta
- 25 ago 2016
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El domingo amanecía antes que cualquier otro día pues nos esperaba una emocionante excursión hacia el pueblo de Chaouen, también llamado el pueblo azul, ubicado en el noroeste de Marruecos, en las estribaciones de las montañas del Rif, cerca de Tetuán.
Después de dos horas de viaje en autobús llagamos al pueblo donde nos esperaba un guía que nos enseñaría el pueblo y nos daría unas pinceladas de su historia.
Tal y como nos contó, Chaouen se fundó en el siglo XV., en el emplazamiento de una pequeña población bereber. Allí conviven en armonía la comunidad musulmana, hebrea y cristiana.
Como marca la cultura árabe, el “masyid” o mezquita, el “hammam” o baño árabe, el horno artesano y el lavadero son los puntos de encuentro fundamentales, donde los chauníes desarrollan su actividad diaria.
Lo más característico del pueblo son sus pintorescas paredes azules de origen desconocido, aunque no faltan teorías… Se dice que los hebreos empezaron a pintar sus casas de azul para distinguirse de las de los demás. También hay versiones que dicen que el color sirve para ahuyentar los mosquitos y otros insectos. Una última teoría de los bereberes dice que es el cielo reflejado.
Sea cual sea el origen, los habitantes y voluntarios que acuden al lugar se ponen manos a la obra una vez al año para pintarlo y así mantener intacto todo su encanto.
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